La religión egipcia era politeísta, tenía múltiples diosas y dioses. Además, fue una religión que iba evolucionando con el tiempo.
Durante el Imperio Antiguo (2686-2173, dinastías III y IV) destaca el dios del sol, que tenía muchos nombres, como Re o Ra, Amón, Atón, Atum u Osiris. El culto solar tenía su sede en Heliópolis: Re-Heliópolis.
En las ciudades había diferentes explicaciones sobre el origen del mundo y de los dioses, aunque había elementos comunes. Se creó un cuerpo mitológico: el mito de Osiris, el mito de la regeneración (muerte y resurrección) y era la equivalencia del ciclo agrícola (cultivar, cosechar, fin de cosecha). Osiris representaba la muerte y la resurrección, era el difunto por excelencia, pero una divinidad solar (el sol que se oculta al atardecer y sale por la mañana). Para los egipcios, Osiris era un Dios simpático, que contaba con mucha aceptación en la sociedad ya que era el encargado de llevarse al muerto por el camino al otro mundo: el tránsito.
Dioses egipcios |
Mito de Osiris
Osiris tenía como esposa a Isis, y como hermano a Seth (que representaba aspectos tormentosos y negativos), una divinidad muy complicada, pero no necesariamente el dios del mal. Seth mató a Osiris y echó sus restos al río Nilo. Isis, junto a otros dioses, recuperó los genitales de Osiris y de ahí nació su hijo, Horus, que aparecía representado como un halcón o como un cuerpo humano con cabeza de halcón. Entre los títulos del faraón está el de Hijo de Horus.
Otros dioses y la concepción del mundo
Hathor era la grandiosa madre y se representaba con cuernos y con el disco lunar. Thot era el protector de los escritas, el escriba principal con cabeza de Ibis.
La diosa que representaba la bóveda celeste era Nut, el dios Shu sujetaba esta bóveda.
El egipcio de esa época pensaba que tenía elementos más allá de su cuerpo, como eran el Ka (alma, pero un concepto más complejo) y el Ba (es el alma del Ka, más parecido al concepto de alma que conocemos). Cuando el egipcio moría tenía que conservar su cuerpo para que el Ka volviera a él y lo reconociera. El difunto tenía que pasar una serie de circunstancias o pasos hasta llegar a Osiris y que él lo dejara pasar al más allá. Anubis (con cabeza de chacal) acompañaba al difunto y pesaba su corazón en una balanza, poniendo en el otro lado la pluma de la justicia, que era la diosa Maat. Se debía demostrar que las buenas obras del difunto eran suficientes para llegar al otro mundo. Thot era el encargado de tomar nota de todo el proceso, como buen escriba. Horus acompañaba al difunto hasta el Dios Osiris. En los sarcófagos hay fórmulas mágicas, que están recogidas en el libro de los muertos (conjunto de oraciones que acompañaban al muerto).
Libro de los Muertos egipcio |
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